A la vuelta nos esperaba sentado en las escaleras (a mi y al olor, que ahora era como de chizitos) un hombre que predicaba incesante: la culpa la tiene el chancho. La gente pasaba por al lado apurada. A veces sí la culpa la tiene el chancho.
Tengo la cabeza quemada. Y ganas de tener tiempo para perder.
1 comentario:
el agrio olor del egresado de la estación facultad POSTA que se te impregna en nariz y alma. me da asco y resentimiento, obvio.
Publicar un comentario